Preside la entrada a nuestro barrio del Realejo y en muchas ocasiones se le confunde con algún poeta árabe de hace siglos. Sufre las inclemencias del tiempo y las travesuras de aquellos que se encaraman a un pedestal para invitarle a fumar (la posición de sus labios puede sujetar un cigarro). Mantiene su mano derecha sobre el corazón y levanta un documento al cielo, como jurando.
Es Yehudá ben Saúl ibn Tibón, judío, granadino, médico, filosofo, poeta y patrón de los traductores al ser el fundador de la dinastía de los Tibónidas.
Acabó sus días en la Provenza italiana. De hecho, abandonó Granada (Qué ver en Granada) en 1148 con sólo 28 años, aunque la huella dejada ya fue imborrable. Su estatua firme y derecha preside las calles Colcha y Pavaneras desde 1988, en época de la alcaldía de Antonio Jara. Sus traducciones del árabe al hebreo posibilitaron la transmisión de muchos y muy valiosos conocimientos.
Su estirpe de intelectuales alcanzó el siglo XX a través del filólogo e historiador Guiterre Tibón, que falleció en México en 1999. Fue él precisamente quien donó la estatua de su ancestro que hoy vemos todos los días. Según publicó el periodista Daniel Rodríguez Moya en La Opinión de Granada, este milanés de nacimiento fue uno de los mayores estudiosos de México y su cultura, además de inventor de una máquina de escribir portátil patentada por Olivetti que le reportó muchos beneficios. Hoy su legado sigue vivo a través de su imagen que da la bienvenida al viejo barrio judío de Granada, el Realejo, y a través de todos los traductores que recuerdan al patrón de su oficio. Entre ellos se encuentran el grupo de los Tibónidas, una asociación de asociaciones que lucha contra la invisibilidad de su profesión y que se encarga de que los traductores tengan presencia en la Feria del Libro de Granada.
Fuente: Granada iMedia
Autor: Luis Arronte
Foto: esculturayarte.com