Sólo lo superan en número de visitantes en Granada, la Alhambra, el monumento más visitado de España. No se trata de la Catedral, ni de la Capilla Real en el centro histórico de Granada. Tampoco los monasterios de la Cartuja o de San Jerónimo. El segundo lugar más visitado de Granada es la cripta del fray Leopoldo de Alpandeire, el fraile limosnero convertido en beato en 2010.
La cripta de Fray Leopoldo, se encuentra dentro de la parroquia de La Inmaculada, junto a los Jardines del Triunfo, en el convento de franciscanos capuchinos de Granada, orden a la que pertenecía el beato. Alrededor de 60.000 personas al mes acuden para rezarle y dejar sus plegarias a Fray Leopoldo, el fraile limosnero de Alpandeire, (Málaga) que vivió y murió en Granada.
Desde su beatificación en 2010, un mayor número de personas visita la cripta, y, con más de 2.000 visitas de media al día, se ha convertido en el lugar mas visitado de Granada, sólo después de la Alhambra.
La vida de Fray Leopoldo
Fray Leopoldo fue beatificado el 12 de septiembre de 2010 en un acto que tuvo lugar en la Base Aérea de Armilla al que asistieron más de 60.000 personas. Culminaba así un proceso iniciado hacía 64 años, y que tuvo como consecuencia primera que la Iglesia instituyera el 9 de febrero, fecha de su muerte, como el día del beato Fray Leopoldo.
Nacido en el pueblo de Alpandeire, de la la Serranía de Ronda (Málaga) el 24 de junio de 1864, Francisco Tomás, Fray Leopoldo, se dedicó en su niñez a cuidar un pequeño rebaño de ovejas y cabras y a arar la tierra, y años más tarde, el 16 de noviembre de 1899, tomó el hábito de los capuchinos en Sevilla, donde continúo trabajando en el huerto de los frailes.
En el otoño de 1903 se trasladó a Granada y desde un principio desempeñó el oficio de hortelano, con estancias alternativas en los conventos de esta ciudad, Sevilla y Antequera. En 1914 regresó para quedarse definitivamente a Granada. De limosnero, recorrió los pueblos de Andalucía Oriental y en ocasiones llegó a ser insultado y apedreado, aunque su devoción, especialmente por la Virgen, no cesaba. De hecho, cuando alguien le pedía un favor, siempre instaba al peticionario a rezar tres Ave Marías.
Tres años antes de su muerte cayó rodando por unas escaleras y sufrió fractura de fémur, y, tras una convalecencia hospitalaria, consiguió volver a caminar con ayuda de dos bastones y continuar con su vida contemplativa, pero ya en el convento. Fray Leopoldo falleció en la mañana del 9 de febrero de 1956, y multitud de fieles acudieron al convento a darle su último adiós. Desde entonces, cada 9 de febrero miles de devotos visitan la cripta en la que descansan sus restos.