Hemos despertado muchas veces con la noticia de que algún viajero ha querido inmortalizar su presencia en la Alhambra con un grafiti o una pintada. Cuando sucede esto, es habitual pensar en delincuentes, pero te sorprendería saber la cantidad de personalidades destacadas y celebridades que lo han hecho, ¿habrías imaginado que un representante del gobierno jordano podría haber optado por esta vía para dejar huella? Pues sucedió hace unos años. De hecho, pasa desde hace siglos. Tanto es así que el escritor del XIX, Washington Irvin, sorprendido al ver la Alhambra llena de pintadas, promovió la creación de un libro de firmas, para que los viajeros ilustres pudieran inmortalizar su paseo. Este libro sigue existiendo hoy en día ¡Ya vamos por el número 12!
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Grafittis en el patrimonio cultural de todo el mundo
Cuando Washington Irvin llegó a Granada en el siglo XIX, se encontró con una Alhambra abandonada, habitada por vagabundos, delincuentes y animales. Sin embargo, lo que España no sabía ver, sí lo hicieron viajeros de otras partes del mundo. Cuando llegaban a nuestra ciudad, se quedaban impresionados por la belleza de la ciudad narazí y decidían inmortalizar su presencia con una pintada.
Pero ¿no es incompatible alterar de ese modo el patrimonio de una ciudad para mostrar tu admiración por ella? ¿No te parece curioso que cuando queremos contar al mundo que algo nos ha gustado mucho lo hagamos destruyéndolo? Curioso o no, está claro que la necesidad de dejar nuestra huella de algún modo está en nuestro ADN, porque este mismo fenómeno sigue sucediendo en Granada y otros sitios históricos. Y no solo hoy, sino que ha sucedido largo de toda la historia.
¿Has estado en la basílica de Santa Sofía? ¡Está llena de pintadas de todos los siglos! Incluso, hay grafitis de emperadores vikingos. Por otro lado, durante los trabajos de restauración del Coliseo Romano, se encontraron un sinfín de inscripciones ya de la Antigüedad clásica.
Por su parte, en la Muralla China, se han visto obligados a habilitar una zona para los grafitis, ya que era frecuente encontrarse con frases conmemorativas u otras formas de inmortalizarse en la misma. Y si vamos a la otra parte del mundo, también encontramos casos similares en Machu Pichu o en el Taj Majal.
Todos estos ejemplos dejan claro que las personas necesitamos hacernos eternos a través de los monumentos que conocemos. Cuando algo nos impresiona y nos conmueve, deseamos hacer algo para que el resto sepa que hemos estado ahí. Una necesidad que ni siquiera se satisface con los selfies, puesto que incidentes como el que hemos mencionado al principio siguen dándose actualmente todos los días.
Por tanto, ofrecer un sitio para que las personas puedan unir su destino a los monumentos es una idea estupenda, ya sea como lo ha hecho la Muralla china o con un libro de firmas, como el que tenemos en la Alhambra, gracias a Washington Irvin.
Dejar huella en la Alhambra en el libro de firmas
Washington Irvin y su amigo, el príncipe ruso Dimitri Dolgorouk, se quedaron horrorizados cuando vieron las paredes de la Alhambra llenas de firmas y frases cuyo único objetivo era poner de manifiesto que sus autores habían estado allí, así como lo que aquellos muros les habían inspirado. El escándalo de estos dos cultísimos viajeros vino porque, como románticos, pensaban que el pasado era el mejor tiempo de la historia y que la Alhambra era una de las mejores representaciones de ese pasado glorioso. Sin embargo, por eso mismo, entendieron perfectamente ese impulso de ligarse a la historia de Granada.
Por eso, aprovecharon sus contactos para hacer dos cosas: promover la restauración de la Alhambra y proporcionar a los visitantes un libro de firmas donde poder formar parte de la historia. Ese libro de firmas tenía que ser conservado y guardado, para que los firmantes tuvieran la seguridad y el orgullo de dejar un pedacito de su vida en la Alhambra. Cuando lo consiguieron, tuvieron que pasar nada más y nada menos que 43 años para que el libro se terminara.
Hoy las personalidades ilustres que nos visitan pueden dejar huella en el libro de firmas de la Alhambra. Pueden escribir lo que quieran. Alguna gente decide contar lo que ha sentido durante el paseo, otra escoge una frase que le gusta, hay quien pide un deseo, quien se escribe a su yo del futuro, a la gente que lo leerá dentro de un siglo…
Y todo se queda guardado, junto al complejo nazarí, sin que deterioremos unos muros legendarios y que definen muy bien la cultura granadina y el espíritu de un tiempo fundamental para Europa. Personajes tan diversos como Sissi Emperatriz, a finalales del siglo XIX, o el equipo de Rubgy de Nueva Zelanda, los All Blacks, han entrado así en la historia de Granada.
La Alhambra es un lugar abrumadoramente bello, ¿quién no iba a compartir el deseo de formar parte de ella de alguna manera?
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