Esta semana nos ha maravillado un vídeo que encontramos en redes, en el que se recrea la forma artesanal de elaboración de los azulejos típicos del arte islámico, al estilo en el que se creaba el alicatado andalusí.
Nos recordó a un post que escribimos hace tiempo, sobre la construcción de un Palacio medieval en el s.XXI, realizada por el MET de Nueva York.
Nos ha gustado tanto el tema, que nos hemos animado a indagar un poco y escribir nuestro propio post sobre estas técnicas cerámicas artesanales, sobre los azulejos y en concreto, sobre las técnicas andalusíes para el alicatado.
En primer lugar nos hemos fijado en su etimología. Se llama alicatado, debido al instrumento principal que se usaba para cortar los bordes de las pequeñas piezas que luego se ensamblan, un al-qata’a, conocido en español como alicate. Esas baldosas o azulejos, del árabe az-zula’ij, son «piezas cerámicas impermeables, planas y de poco espesor fabricadas con un soporte arcilloso y recubrimiento vítreo: el esmalte cerámico».
Los andalusíes, primero los almorávides y los almohades, seguidos por los nazaríes y más tarde también los mudéjares, adaptaron esta forma de decorar sus edificios, que había sustituía los mosaicos implantados por los romanos. La pieza básica del mosaico clásico grecorromano son las teselas, pequeños trozos de mármol, de formas similares que se pueden intercambiar entre sí. Sin embargo, el alicatado con baldosas es más complejo, las piezas cerámicas se recortan a mano con diversas formas y tamaños que después se hacen encajar.
Del pasado nómada de los andalusíes, que remonta sus orígenes a antiguas tribus bereberes, proviene la costumbre de decorar con telas vistosas los interiores de sus jaimas. Al llegar a Al-Andalus, con lugares fijos donde establecerse, de las paredes de sus casas y palacios ofrecían colores y formas similares a las que tenían en el desierto. De ahí que los zócalos con los que se recubren las paredes se conozcan como paños.
Elaboración del alicatado andalusí: arte islámico
Su proceso de elaboración, como se puede apreciar en este video, y en el que vimos del Museo Metropolitano de Nueva York, es bastante laborioso.
Para comenzar, se prepara el «bizcocho» , una mezcla de arcilla decantada, pisada y amasada. Después, se les da un baño de de color con diferentes minerales, como el cobre, el cobalto, el hierro o el manganeso, arenas o galena. En época nazarí se desarrolló también una cerámica de lujo, con «reflejo metálico» o de «losa dorada» en la que sometían las piezas a una última cocción, a fuego muy bajo «de oxígeno» y menor temperatura. Así, la mezcla de sulfuro de oro y cobre llegaba a la oxidación. Era frecuente, también, añadir óxido de cobalto con lo que se conseguían unos tonos azules y dorados.
Después del color, comienza el proceso de cocción en los hornos y se enfría durante un día entero para conseguir una «galleta» de cerámica que se marca. Posteriormente se recorta con una picola o con alicates para darle forma.
A continuación, las pequeñas piezas cerámicas se colocan hacia abajo, se cubren de yeso. Una vez seca y limpia se coloca sobre la superficie que se quiera decorar.
Formas del alicatado andalusí
Las pequeñas piezas de barro y vidrio forman figuras geométricas cuando se unen entre sí para componer diferentes motivos decorativos.
El uso de elementos puramente geométricos para crear patrones elaborados se convirtió en una sofisticada forma de decoración. El atractivo de la decoración geométrica islámica reside en la interrelación lógica de partes, reflejando en forma abstracta el orden subyacente encontrado en la naturaleza, donde todas y cada una de las partes forman un todo indivisible.
Así, la geometría era una manifestación más en el arte islámico de la creencia en la unidad de Dios, Alá, entre la multiplicidad, de una forma abstracta y sencilla.
Puedes encontrar más información en estos interesantes blogs: Legado Nazarí, Fotent o Al-Yarrar.
Una maravilla que merece la pena presenciar directamente. ¿Te vienes a una de nuestras visitas por la Alhambra? 😉