Falla y Zuloaga, reencuentro en la Alhambra

Actualizado el 24 julio 2023

Granada (Tours Granada) fue uno de los principales escenarios donde se forjó la amistad entre dos grandes artistas e intelectuales del siglo XX, Manuel de Falla e Ignacio de Zuloaga. Por tanto, qué mejor escenario para acoger un homenaje a su amistad, que la propia Alhambra. El Museo de Bellas Artes de Granada acogerá hasta el 18 de septiembre una exposición gratuita sobre la amistad que les unió, a través de sus cartas y de sus proyectos comunes.

«Ignacio Zuloaga y Manuel de Falla. Historia de una amistad» nos lleva a través de una elaborada documentación epistolar, fotográfica y periodística desde 1913 a 1939 por el trabajo conjunto de estos dos excepcionales creadores. Entre el centenar de piezas que pueden verse, destacan pinturas de Ignacio Zuloaga como Lolita, Las tres primas, Desnudo del clavel, Retrato de Ortega y Gasset, o el Retrato de Manuel de Falla, entre otras.

Su historia comienza en París, donde se conocieron en 1910. De 1913 data la primera carta que se cruzaron, con la que comienza la exposición. En ella, el compositor Manuel de Falla le solicita a Zuloaga consejos, “modelos y sugerencias” para la puesta en escena de La vida breve. Falla estaba a punto de estrenarla en Niza, en lo que supuso su presentación internacional y contó con la inestimable ayuda de Zuloaga para realizar los vestuarios y decorados.

A partir de ahí, París, Madrid y Granada fueron los lugares donde se encontraron. Proyectos comunes como la inauguración en 1917 de las escuelas populares de Fuendetodos, casa natal de Francisco de Goya; el Concurso de Cante Jondo de Granada, organizado por Falla, Lorca y Fernando Vílchez, en 1922; o la exposición de Zuloaga ese mismo año en el Museo de Meersmans de Granada.

15 años les llevó finalizar su proyecto común más ambicioso, El retablo del maese Pedro. Una obra musical para personajes y títeres, sobre el teatro dentro del teatro, que centra la exposición. El libreto está inspirado en un episodio de El Quijote y es una de las creaciones más destacadas y reconocidas del genial compositor gaditano. Se estrenó en Sevilla y París en 1923 y tras su gran éxito se llevó a otras ciudades europeas como Ámsterdam (1926), bajo la dirección escénica de Luis Buñuel.

El gran proyecto de Falla y Zuloaga

Falla encargó la realización de los decorados, figurines y marionetas para la puesta en escena a Zuloaga para la nueva versión que se presentó en el Teatro Nacional de la Ópera Cómica de París en 1928. En la exposición se pueden ver dibujos, bocetos a color de la escenografía, y cuatro cabezudos y siete marionetas de cruceta alemana originales que Zuloaga realizó junto a Maxime Dethomas, pintor y amigo de Toulouse-Lautrec.

El último encuentro entre los dos artistas tiene lugar en 1932. Falla acudió a la inauguración del Museo de San Telmo en San Sebastián, y se alojó en casa del pintor. Allí realizó Zuloaga el conocido retrato del músico que se popularizó en nuestro país al convertirse en la imagen de los billetes de 100 pesetas.

El recorrido termina con los dos últimos regalos que se hicieron. Zuloaga obsequia a Falla con un carboncillo sobre papel que representa a Sancho Panza, uno de los trabajos para el montaje de El retablo de maese Pedro; el músico le corresponde con la partitura manuscrita de la misma obra.

Entre ambos obsequios, la exposición muestra la última carta intercambiada entre ambos, la despedida que Manuel de Falla envía a su amigo antes de partir a su exilio en Argentina en 1939. El músico murió en Buenos Aires en 1946, un año después de que lo hiciera Zuloaga en Madrid.